miércoles, 30 de noviembre de 2016

SALUDO EN EL DOJO

Palabras que se utilizan en la práctica, algunos significados de etiqueta y protocolo.

¿Qué es lo que se dice al empezar y terminar la clase cuando saludamos a O'sensei y luego al instructor?...
  • En Japonés se agradece de manera distinta según los tiempos verbales (pasado, presente y futuro):
  1. Onegaeshi masu (futuro)
  2. Domo arigato gozaimasu (presente)
  3. Domo arigato gozaimashita (pasado)
Por ejemplo:
Cuando la clase comienza, terminamos de saludar a O'sensei, el instructor se da vuelta y decimos Onegaeshi masu (se pronuncia: onegaeyi mas) agradeciendo las enseñanzas de la clase que empieza (futuro próximo).
Cuando agradecemos una corrección que nos hizo el instructor en ese momento se dice domo arigato gozaimasu (se pronuncia: domo arigato gosaimas).


Cuando la clase termina, saludamos a O'sensei, el instructor se da vuelta y decimos: domo arigato gosaimashita (se pronuncia: domo arigato gasaimashta)

Creo que gran parte de las personas que se van del aikido sin hacer carrera,
 es porque sienten una gran frustación. Vaya desde aquí algunos apuntes
interesantes  acerca del tema.

Antes o después, la mayoría de los estudiantes encuentran el estudio de
Aikido extremadamente frustrante.

Lo mismo sucede con los instructores, y la mayoría de la gente (adultos o niños)
 que estudia Aikido pasa por esta experiencia.

Una de las razones del porqué estudiamos Aikido es para tener la oportunidad
de aprender a practicar aún en estos períodos de frustración sin perder nuestra
motivación y cambiar a otra actividad que aparezca menos frustrante.

Todos, los o las estudiantes, adultos o niños, experimentan ciclos en su entrenamiento.

A veces aprenden rápidamente y "todo encaja" de una forma muy satisfactoria.

Otras veces, nada parece ir bien, los otros estudiantes son una molestia,
 los instructores nos corrigen siempre a nosotros, y la clase parece una
pérdida de tiempo.

Es importante comprender que todos pasamos por estos ciclos durante
 nuestro entrenamiento.

Podemos hacer uso ellos como una oportunidad de decir "sí, ésta es una
 de esas épocas en que el entrenamiento es difícil" y continuar entrenando,
 o podemos dejarnos llevar por la frustración y trasladarnos a otra actividad
que nos prometa menos problemas.

Sin embargo, dondequiera que vayamos, seguiremos siendo nosotros mismos.

Encontraremos siempre períodos malos en cualquier práctica extendida.
 Es en dichos momentos donde se nos ofrece la oportunidad más grande
 en la práctica del Aikido, puesto que es allí cuando podemos crecer,
e ir más allá de nuestro acostumbrado acercamiento a los desafíos que
 la vida nos presenta.

Estudiar Aikido es complicado, ocasionalmente, frustrante y difícil a veces.
Esto es verdad para cada uno de nosotros, seamos niños o adultos,
 principiantes o avanzados, e incluso instructores, y hasta
me atrevo a decir, Maestros.

Los niños miran a los adultos y dicen "si fuera tan grande y fuerte como ellos,
podría hacer esto fácilmente".

Los adultos miran a los niños y dicen "si solamente hubiera comenzado
 Aikido cuando tenía su edad, y tuviera su energía y flexibilidad, qué fácil
 seria ahora para mí".

Todos luchamos con el nivel siguiente de nuestro entrenamiento,
 y la mayoría de nosotros pensamos que es más fácil para
 los demás estudiantes.

No es así, porque el siguiente nivel de nuestro entrenamiento
 es siempre difícil para todos y cada uno de nosotros,
justamente porque es un nivel más alto. 

 El método de enseñanza

El método de enseñanza de Aikido, en gran parte, consiste en que un
 instructor demuestra una técnica varias veces, en varias direcciones,
 y luego los estudiantes, formándose en grupos o parejas, practican
la técnica ellos mismos.

En los primeros días del Aikido, no se daban explicaciones verbales
 sobre la técnica que era demostrada, y los aspectos claves respecto
 del trabajo sobre la técnica no se precisaban.

Esto era responsabilidad del estudiante, de probar y descubrir por
sí mismos dichas claves. Los estudiantes debían "captar" las técnicas
de la enseñanza del instructor.

Actualmente el programa para niños y adultos es diferente al de esos días,
 y explicamos y demostramos qué hacer y como trabajar el movimiento,
 por algún tiempo.

No obstante, para aprender Aikido en nuestras clases, los estudiantes
 deben desarrollar la capacidad de "observación activa". Necesitan
 centrar su atención en la demostración intentando aprehender todo
lo que se pueda aprender de ésta.

Los estudiantes deben mirar no solamente los movimientos de la
mano necesarios para la técnica, sino también las posiciones de los pies.

Idealmente, también deberán tomar conciencia de los movimientos
de la cadera del instructor que demuestra la técnica.

Parte de lo que aprenderán en Aikido es cómo ver y observar,
pero nadie puede hacerlo por ustedes.

Ustedes necesitan poder ver y recordar y reproducir lo que
han visto con su propio cuerpo para poder avanzar en el estudio de Aikido.

Y esta capacidad no es necesariamente un don, puede aprenderse,
 con perseverancia, paciencia y mucha, pero mucha práctica.
Fuente: kokyu-Dosa


martes, 29 de noviembre de 2016

ARTÍCULO STANLEY PRANIN "INFLACION DE DANES EN LOS PRIMEROS TIEMPOS DEL AIKIDO"

El otro día me encontré con un interesante artículo en la edición 33 del “Aikido Shimbun”, publicado en marzo de 1962. El Aikikai Hombu Dojo comenzó a publicar este boletín de cuatro páginas en 1959. Ha sido publicado de manera continuada hasta hoy en día, ¡una envidiable publicación con más de 52 años! Lo que me llamó la atención fue el anuncio de una lista de promociones de danes otorgados el 15 de enero del mismo año durante la celebración anual del Kagami Biraki. Una serie de nombres famosos se mencionan en esa lista, algunos de ellos estudiantes de preguerra de Morihei Ueshiba, mientras que otros comenzaron a entrenar después de la Segunda Guerra Mundial. He seleccionado algunos nombres de personas  que acabaron siendo importantes,  y he agregado el año de su inicio en el Aikido a modo de referencia.
8º dan
Rinjiro Shirata (1933)
Hajime Iwata (1930)
Takaaki (Shigemi) Yonekawa (1932)
7º dan
Morihiro Saito (1946: 16 años a séptimo dan)
6º dan
Zenzaburo Akazawa (1933)
Shoji Nishio (1951: 11 años para sexto dan)
Nobuyoshi Tamura (1953: 9 años para sexto dan)
5º dan
Hiroshi Kato (1954: 8 años para quinto dan)
Hiroshi Isoyama (1949: 13 años para quinto dan)
4º dan
Yoshio Kuroiwa (c 1954:. 8 años para cuarto dan)
3º dan
Masatake Fujita (1956: 5 años para tercer dan)
Koretoshi Maruyama (1959: 3 años para tercer dan)
Katsuaki Asai (1955: 7 años para tercer dan)
Si nos fijamos en el número de años de entrenamiento que aparecen en el rango indicado, se encuentran ciertos casos en los que el progreso en las promociones de danes fue muy rápido. Por ejemplo, tres años para tercer dan, o nueve años para sexto dan (como en dos de los casos citados), que se considerarían una aberración para los estándares actuales.
Este tipo de avance rápido, o “inflación de danes,” si se prefiere, era algo común en la década de 1950 y 60. Las razones tienen que ver con el hecho de que el Aikido era un arte marcial nuevo, y relativamente desconocido para el público en general. Uno de los medios más eficaces de promover el Aikido eran las demostraciones públicas. Cuando el Aikido estaba siendo exhibido por llamados “expertos”, parecería extraño tener personas de bajo rango representando el arte. Pero como el Aikido era nuevo, todavía no eran muchos los profesionales con grados altos.
Además, en el caso del Aikikai Hombu Dojo, existía una especie de rivalidad con la rápida expansión del Yoshinkan Aikido establecido por Gozo Shioda. En los primeros años posteriores a la guerra, la escuela Yoshikan era más activa que el Aikikai, casi inactivo, que aún tenía familias refugiadas que vivían en el Hombu Dojo. Dado que la diferencia entre el Aikikai y el Yoshikan no era tan clara como la de hoy en día, los representantes de ambas escuelas a veces participaban en la misma exhibición. El Yoshikan avanzaba rápidamente con sus maestros y estudiantes sobresalientes, y el Aikikai hizo lo mismo para no ser menos.
Mi propio maestro, Morihiro Saito, me dijo en más de una ocasión que se saltó dos escalones en su avance al noveno dan. Hubo una serie de otros profesores destacados que hicieron lo mismo. El “Aikido Shimbun” es un buen documento original para rastrear esta progresión temprana a través de las graduaciones de instructores bien conocidos.
Cuando el Aikido se consolidó, en términos generales, las normas se hicieron más estrictas, y hoy en día no es raro que lleve tres o más años llegar a primer dan, y varios años más para cada dan a partir de entonces.
Si se piensa bien, los primeros instructores que fueron enviados al extranjero para difundir el Aikido eran, hablando comparativamente, aún novatos en la materia. Muchos de ellos, sin embargo, hicieron un rápido progreso, debido a las difíciles condiciones y desafíos que enfrentaban en la creación de dojos y organizaciones en el extranjero. Es posible que hayan sido promovidos rápidamente desde el principio, pero su reputación como expertos en el Aikido se construyó a través de largos períodos de trabajo duro y extenuantes pruebas de su valía.

LA LIMPIEZA

LA LIMPIEZA

Saber desplazar lo que molesta para la limpieza y saber volver a ponerlo en su sitio es un acto sencillo que educa la atención. Decidir lo que se debe tirar y lo que hay que conservar educa el sentido de decisión.

Pasar el paño por el piso constituye un excelente ejercicio para las piernas y caderas. Incluso cuando un sitio parece limpio, basta con pasar un trapo húmedo para convencerse de lo contrario. Renovando el agua, lavando los trapos de limpieza y limpiando el suelo se experimenta la sensación de refrescar el propio espíritu.

No obstante, para meter las manos en el agua helada en las mañanas de invierno hace falta valor: vencer el espíritu del abandono es parte integrante de la práctica.

Cuando los bokuto, jo, sandalias, etc., están en su sitio, el aspecto de las cosas es agradable a la vista y son fáciles de utilizar. No sólo se trata de satisfacer la conciencia estética, sino también  de una educación natural que conduce a reconocer la importancia de la preparación. El tiempo consagrado al entrenamiento es limitado. Los breves instantes que le preceden y le siguen son cortos. Por ese motivo es necesario sacarle el mejor partido posible a hacer la limpieza, lo que supone un buen ejercicio en el sentido de previsión y organización. La decisión de empezar por aquí para continuar por allá y terminar más allá es un ejercicio para el juicio y el espíritu de decisión. La limpieza no sólo pretende purificar el exterior. Esto explica que sea necesario limpiar una y otra vez y sin cesar los lugares que parecen limpios.

El enseñante, que se vale de su conocimiento, no debe contentarse con lograr que sus alumnos hagan la limpieza, es deseable que su ejemplo sea un aliciente para ponerlo en práctica. Me gustaría que meditaran ustedes sobre este pensamiento de O Sensei: "El aikido es la limpieza del cuerpo. Hay que eliminar la suciedad y las impurezas del cuerpo y el alma".

Cuando entra usted en un dojo bien limpio y lustroso, de forma inmediata el corazón se encuentra reconfortado. Estoy convencido de que la práctica diaria del cuerpo y el espíritu se manifiesta de esta manera.

Para hacerlo bien, todos deberían limpiar el dojo por su propia iniciativa antes y después del ejercicio. La limpieza permite colocar las cosas en su lugar, clasificarlas y ordenarlas.

Además, la limpieza es una buena práctica tanto mental como física.

Cuando yo era uchi-deshi, nos uníamos a los demás practicantes para limpiar juntos no sólo el dojo sino también la entrada, los pasillos, los lavabos, los vestuarios, el dormitorio de los uchi-deshi y la calle delante del dojo.

La limpieza te enseña mucho.

Tomemos como ejemplo mero hecho de utilizar la escoba: hay que sujetar el mango con ligereza y hacer llegar el ki hasta los pelos del cepillo, utilizarlo con agilidad, ligereza y fuerza. El principio es el mismo que para el sable o el bastón. Es un ejercicio que, barriendo todos los rincones, permite aprender a ver hasta los aspectos ocultos de las cosas.

Extraído de Aikido Etiqueta y Transmisión por Tamura Nobuyoshi.

EL REY DRAGON UESHIBA




Amenomurakumokukisamuhararyuo es una obra del pintor Joyo. Como ferviente admirador de O-Sensei deseaba tener la ocasión de realizar un retrato. O-Sensei respondió a su petición diciéndole:

 "Amenomurakumokukisamuhararyuo es mi divinidad protectora. A mi muerte me uniré a él.

Por lo tanto es mi retrato en el mundo de las almas que has de realizar."

Joyo rezó a los dioses hasta que la inspiración se le manifestó en forma de un dragón divino.

Cuando la obra estuvo terminada bajo el fuego de la inspiración sagrada, el Fundador experimentó una alegría profunda al ver ese dragón.

"¡Soy yo, realmente soy yo!", exclamó.

El Fundador continúa viviendo bajo esa forma, que es la más viva expresión de su imagen.

Este gran kakemono se honra especialmente una vez cada doce años, cuando se celebra el año nuevo del año del Dragón.

Según una carta del Maestro Shirata Rinjiro.

CUENTO PARA PENSAR DE JORGE BUCAY

EL ELEFANTE Y LA ESTACA

Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante, que, como mas tarde supe, era también el animal preferido por otros niños.

Durante la función, la enorme bestia hacía gala de su peso, un gran tamaño y una fuerza descomunales… Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba sus patas.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.

El misterio sigue pareciéndome evidente.

¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye?

Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunte entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.

Hice la pregunta obvia: Sí está amaestrado, ¿Por qué lo encadenan?

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, olvidé el misterio del elefante y la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho esa misma pregunta alguna vez.

Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:

El elefante del circo no escapaba porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño…

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó, tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella pequeña estaca era demasiado dura para él.

Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro… Hasta que, un día, un día terrible para su historia…el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino…

Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, pobre, cree que no puede.

Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió después de nacer.

Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo.

Jamás, jamás intentó volver a  poner a prueba su fuerza.   

VÍDEO AIKIDO, REPORTAJE SAITO SENSEI IWAMA RYU

VIDEO SEIBUKAN JUJUTSU

VÍDEO AIKIDO SEMINARIO EDOGAWA 1970

MANUALIDAD O'SENSEI

CURSO JOSE MARIA SEVILLEJA

miércoles, 16 de noviembre de 2016

martes, 15 de noviembre de 2016

Estos son los siete principios que rigen el código de Bushido o Camino del Guerrero:

1. GI Honradez y Justicia. Se honrado en tus tratos con todo el mundo. Cree en la Justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la tuya propia. Para un auténtico samurai no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia. Sólo existe lo correcto y lo incorrecto.

2. YU Valor Heroico. Álzate sobre las masas de gente que temen actuar. Ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vivir. Un samurai debe tener valor heroico. Es absolutamente arriesgado. Es peligroso. Es vivir la vida de forma plena, completa, maravillosa. El coraje heroico no es ciego. Es inteligente y fuerte. Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución.


3. JIN 仁 Compasión. Mediante el entrenamiento intenso el samurai se convierte en rápido y fuerte. No es como el resto de los hombres. Desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos. Tiene compasión. Ayuda a sus compañeros en cualquier opertunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla.



4. REI 礼 Cortesía. Los samurai no tienen motivos para ser crueles. No necesitan demostrar su fuerza. Un samurai es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta muestra directa de respeto no somos mejores que los animales. Un samurai recibe respeto no solo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurai se vuelve evidente en tiempos de apuros.



5. MEYO 名譽- Honor. El Auténtico samurai solo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo. Las decisiones que tomas y cómo las llevas a cabo son un reflejo de quien eres en realidad. No puedes ocultarte de ti mismo.



6. MAKOTO 誠 Sinceridad Absoluta. Cuando un samurai dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará. No ha de "dar su palabra." No ha de "prometer." El simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer. Hablar y Hacer son la misma acción.



7. CHUGO Deber y Lealtad. Para el samurai, haber hecho o dicho "algo", significa que ese "algo" le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan. Un samurai es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. Para aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel.

Los 7 principios que rigen al guerrero honorable están representados en los 7 pliegues de la Hakama.

GEOMETRÍA EN EL AIKIDO

GEOMETRÍA  EN EL AIKIDO


El dibujo de arriba es conocido como "El Universo", creado por Sengai Gibon a comienzos del siglo XIX. Sengai fue un monje zen japonés que legó una extensa obra artística de madurez, y entre ella ésta, considerada como una de las maravillas del arte universal. Se encuentra actualmente en el museo de arte de Idemitsu en Tokyo.

O'Sensei Morihei Ueshiba recurría en ocasiones a las imágenes del triángulo, el círculo y el cuadrado para ilustrar conceptos ligados a los movimientos y los momentos del Aikido. Partiendo del punto y de la línea, que aún no tienen superficie, estas son las figuras básicas de la geometría que, cuando se les agrega volumen, se convierten en los cuerpos de pirámide, esfera y cubo. Las imágenes de que nos habla el Maestro son el producto de su esfuerzo de síntesis por transmitirnos su pensamiento y exige de nosotros, al mismo tiempo, un empeño equivalente por develar su significado. Este no es un propósito puramente enciclopédico o intelectual sino la vía para orientar nuestra práctica hacia el mejoramiento de nuestra técnica, lo que a su vez nos llevará a redescubrir desde allí, con nuestro propio sello, las enseñanzas del Aikido.

Así el triángulo simboliza el impulso, el inicio del movimiento, la proyección energética. El círculo alude al movimiento, a la continuidad, al infinito. El cuadrado representa lo estático, lo sólido, lo estable, lo material. 

La postura triangular propia del Kamae (guardia), nos proporciona al mismo tiempo que estabilidad, la posibilidad de movernos en todas direcciones, ya sea hacia delante, hacia atrás, cambiando de frente rotando la cadera sin desplazar los pies (Tenkai) o desplazándolos hacia delante o hacia atrás (Tenkan). El tetraedro o pirámide nos presta claves para el movimiento en cuatro y ocho direcciones.
El círculo es la figura distintiva del Aikido, ya sea óvalos, hondas o espirales, el círculo está siempre presente y, cuanto más perfecta su ejecución, tanto mejor la técnica. El movimiento circular carece de aristas, de interrupciones. La energía corre libremente por una senda despejada. Pero en ocasiones perseguimos el círculo solo a través de la circunferencia y nos olvidamos de sus otros dos componentes fundamentales: el radio y el centro. Sin la presencia de estos dos elementos la circunferencia se deshace. El radio es el camino de penetración para ocupar el centro. El radio es una recta hacia el centro y así debe ser la entrada (Irimi), directa, decidida. Y un centro firme en los desplazamientos del cuerpo (tai sabaki). El desequilibrio y la proyección surgen como consecuencia natural de este movimiento.

El cuadrado se forma en las retenciones, con su base bien apoyada en el piso, las líneas de fuerza de sus diagonales cortando al Uke y su peso bajando por sus aristas conforme la Ley de Gravedad.

Triangulo
Circulo
Cuadrado
Iku Musubi
Taru Musubi
Tamatsume Musubi
Sankaku No Irimi
En No Irimi
Chokusen No Irimi
Gas
Liquido
Solido
Estrellas
Luna
Sol
Espada
Joya
Espejo
Sal
Agua
Arroz
Misión
Vida
Destino
Futuro
Presente
Pasado
Mente
Emoción
Fuerza de Voluntad
Sistema Nervioso
Sistema Circulatorio
Sistema Digestivo

Estas tres representaciones geométricas tienen muchas otras implicaciones: físicas, ideales y también esotéricas que exceden el ámbito de esta nota y, muchas de ellas y los conocimientos del autor de esta nota. Por ultimo, una cita de OSensei:

"Entrar como un triangulo, ejecutar como un circulo, y terminar como un cuadrado". O'Sensei

Fuentes:
http://jmmlimia.wordpress.com/2009/05/28/el-universo-de-sengai-gibon/ 
http://artesmarcialesinternas.blogspot.com/2009/12/geometria-en-el-aikido.html

SHIHO NAGE ANECDOTA



En el siguiente video, filmado durante un seminario, T.K. Chiba relata una pequeña pero interesante historia de un incidente ocurrido durante un seminario, entre O'Sensei y un practicante de Judo. A continuación el video.



El Shihonage lleva una historia interesante.

El Shihonage de O'Sensei era derecho hacia al frente, no era un movimiento en irimi.

Un día, en un seminario, alguien con experiencia en el Judo, barrió su pie desde atrás. Esa fue una muy buena experiencia, por supuesto, el (O´Sensei) no cayó al suelo. Vio su error, entonces, cambio esa forma particular de hacer el trabajo de pies (taisabaki). Por fuera de la línea, evitando la confrontación directa, deslizándose.

SEIZA Y LA ETIQUETA

SEIZA Y LA ETIQUETA



Seiza, es el nombre que recibe el estilo tradicional japonés de sentarse. Una vez que esta postura se convierte en un modo natural de sentarse, como se requiere al principio y al final de cada clase de aikido, conduce por sí sola al desarrollo de una adecuada etiqueta.

Desde tiempos antiguos ha sido una máxima del budo: «Comienza con la etiqueta y termina con la etiqueta.» La etiqueta que se enseña en aikido -respeto mutuo, consideración por los demás, aseo- no se les impone a los alumnos mediante adoctrinamiento o amenazas, sino que es la consecuencia natural de aprender a sentarse correctamente en seiza y de dominar los fundamentos del suwari-waza. El cuerpo recto está relacionado con la mente recta, y la clave del asunto radica en el respeto por el alumno individual, el cual deseará, desde su interior y por propia iniciativa, comportarse de acuerdo con las más altas normas de conducta. La etiqueta es un aspecto importante de la práctica para todo alumno de aikido.

La postura seiza de sentarse, una civilizada costumbre ceremonial entre los japoneses desde tiempos antiguos, es la fuente de la etiqueta natural impresa en la mente de la gente. Aunque la costumbre de sentarse en seiza puede estar decayendo en la vida diaria, estoy convencido de que sus raíces éticas y espirituales no desaparecerán fácilmente. Y cuando veo a los niños en el dojo  sentados en seiza, con sus espaldas rectas y las dos manos colocadas sobre sus rodillas dobladas, renuevo otra vez mi convicción de que debe seguir ocupando un lugar central en la práctica del aikido, porque es la fuente de la etiqueta correcta, es básica para muchas técnicas y es esencial para el buen entrenamiento.
(Tomado de "El espíritu del Aikido". Obra de Doshu Kisshomaru Ueshiba)

viernes, 11 de noviembre de 2016

El lugar de las armas en el Aikido

El siguiente texto es un ensayo de Kazuo Chiba Shihan publicado por primera vez en una edición de 1999 del boletín informativo de Birankai. La versión en su idioma original (inglés) se encuentra en el siguiente link: http://birankai.org/blog/?p=714#more-714
Un estudio de la unidad del cuerpo y la espadaPor T.K. Chiba
1243682Mucha gente me ha preguntado acerca de la relación entre el entrenamiento de las artes corporales y el de las armas en Aikido. Muchas de esas preguntas fueron influenciadas por las opiniones, positivas o negativas, de instructores profesionales de Aikido en cuanto al entrenamiento con armas, tanto aquellos que incorporan de forma positiva el entrenamiento con armas en sus prácticas de Aikido, como aquellos que no lo hacen. Estas prácticas opuestas generan inevitablemente confusión entre los practicantes de Aikido en general. Renuentemente reconozco que la tendencia a discutir si es correcto o incorrecto, o mejor o peor, se funda en ideas sobre si el entrenamiento de armas o de las artes corporales son la base de la práctica del Aikido.
He respondido estas preguntas una por una cuando me fueron formuladas. Sin embargo, he comenzado a pensar que no he logrado satisfactoriamente mi responsabilidad de presentar estas respuestas de forma fragmentada. Por lo tanto, he decidido describir claramente mi posición y mis creencias ante este tema, así que aquí presento mi respuesta exhaustiva a todos aquellos quienes me han formulado sinceramente dichas preguntas en el pasado.
Las preguntas que me han hecho se clasifican dentro de las siguientes categorías:
¿El Aikido basa su entrenamiento en el entrenamiento de las artes corporales o en el entrenamiento de las armas?
¿Cuál es la importancia de las armas en el Aikido?
¿Cuál es la posición y punto de vista de O-Sensei en cuanto al entrenamiento con armas?
¿Por qué entre los shihan profesionales de Hombu algunos entrenan con armas y otros no?
Ya que estas preguntas están estrechamente relacionadas, me gustaría responder primero en forma general y luego tocar las bases de estos asuntos en vez de responder a cada pregunta de forma individual.
Primero que nada permítanme establecer que yo no he visto ningún documento histórico o técnico que indique claramente que las artes corporales en el Aikido están basadas en el entrenamiento con armas, ni tampoco he escuchado tal aseveración de parte del mismo O-Sensei.
No obstante, hay algunos pasajes de algunos libros que he leído que levemente mencionan este concepto. Uno de estos pasajes lo pueden encontrar en el primer libro relacionado con el Aikido, publicado por Kowado en 1958. El libro se titula Aikido y fue escrito por Kisshomaru Ueshiba bajo la supervisión de Morihei Ueshiba. En este libro, Kisshomaru Ueshiba Sensei dice: “En el Aikido todos los movimientos que se realizan son exactos a los movimientos realizados con espadas. Hay muchas áreas [en Aikido] que pueden ser entendidas fácilmente al ser explicadas usando los conceptos del manejo de espadas…”
Un segundo pasaje en el libro Aikido establece que “…los movimientos [del Aikido] están basados en el concepto de que la espada es una extensión del cuerpo. Por lo tanto, si uno sostiene una espada en su mano mientras realiza un movimiento [de Aikido], éste se convierte en un claro caso de un movimiento corporal basado en el manejo de la espada, y por consiguiente, básicamente expresa la unificación del cuerpo y la espada…”
Más evidencia al respecto se consigue en un libro, el cual no es un libro técnico de Aikido sino uno que contiene las memorias de un antiguo luchador de Sumo, Tenryu, quien retó a O-Sensei a una pelea y fue derrotado por él. En sus memorias, Tenryu recuerda: “Estaba en la cumbre de mi carrera. No tenía nada a qué temer en esos días. Ahora que lo pienso, era un poco engreído hasta que me enfrenté a un incidente que me hizo entender la profundidad y lo aterrador de las verdaderas artes marciales japonesas. Esto hizo que dejara de ser engreído”.
Luego de describir su estado mental antes de que retara a O-Sensei, Tenryu pasa a describir el Aikijutsu de O-Sensei: “…este [Aikijutsu] es el arte marcial supremo, el cual incorpora el concepto del manejo de espadas en el movimiento del cuerpo”.
Desafortunadamente, no tengo una copia de las memorias de Tenryu conmigo mientras escribo esto para poder citarlo textualmente, pero la cita del párrafo anterior es lo que él recuerda esencialmente.
Reconozco que los ejemplos presentados arriba no describen clara y sistemáticamente la unificación del cuerpo y la espada en el Aikido. En el contexto en el cual están situados no son conclusiones obtenidas sistemáticamente de evidencia estructurada técnicamente sino, en cambio, declaraciones basadas en la experiencia, los sentimientos y las impresiones de un individuo. Estrictamente hablando, dichas declaraciones carecen de fundamentos lógicos para soportar las críticas técnicas e históricas. Necesitamos esperar a que se realicen más investigaciones al respecto.
Sin embargo, hablando francamente, discutir sobre qué fue primero, el entrenamiento del cuerpo o de las armas, es como preguntar qué fue primero, el huevo o la gallina. No contribuye de forma positiva o constructiva a nuestro entrenamiento práctico.
Osensei en una demostración con un Jo. Ukes: Chiba sensei y Kobayashi sensei.
Osensei en una demostración con Jo. Ukes: Chiba sensei y Kobayashi sensei.
Yo soy una persona práctica y baso mis decisiones en situaciones actuales. Basándome en los hechos derivados de mis propios años de entrenamiento, me queda claro que en sus raíces más profundas el Aikido expresa la unificación del entrenamiento de las artes corporales con el entrenamiento de las armas, tanto física como filosóficamente. Esta es una verdad empírica, de modo que no se requiere documentación histórica o evidencia. Al mismo tiempo, como practicante que observa este asunto desde el punto de vista práctico, puedo decir que los instructores profesionales de Aikido, los que practican con armas y aquellos que no lo hacen, expresan aspectos inevitables y necesarios del continuo desarrollo del Aikido.
Por un lado, si partimos de la premisa de que el Aikido es un arte marcial en el cual las artes corporales son el objetivo final y la fase final del entrenamiento con armas, se puede concluir lógicamente que las artes corporales son entonces la máxima expresión de las artes marciales. Por consiguiente, las interpretaciones de aquellos profesores que prestan mayor atención a las artes corporales tienen mayor sentido común.
Por otro lado, tal y como pude atestiguar con mi propia experiencia, si partimos de la premisa de que el Aikido fundamentalmente presenta la unificación del trabajo y manejo del cuerpo y las armas, el estudio de las armas como una expansión del entrenamiento del cuerpo se convierte en un paso natural y necesario para el desarrollo de Aikido. Estas perspectivas no necesitan ser comparadas para saber cuál es más legítima o mejor. Ambos aspectos deberían ser aceptados como inevitables y necesarios para el desarrollo del Aikido.
Que un practicante mantenga una u otra idea no es necesariamente el resultado de un pensamiento lógico y razonable, tiene que ver más con las tendencias o sensibilidades humanas individuales. Hay una fuerza innegable trabajando en lo más profundo de nuestras conciencias. Uno podría incluso llamarla destino. Esta fuerza es similar en su naturaleza a la fuerza que trabaja para guiarnos hacia otro encuentro aún más fatídico, como el encuentro entre un hombre y una mujer. Interactuamos con muchas personas, pero finalmente terminamos con una sola esposa.
En lo que a mí respeta durante estos 40 años de mi vida que llevo practicando Aikido, debo decir que mi primer encuentro con O-Sensei y que mi asociación con el Aikido de por vida sólo los puedo describir como uno de esos encuentros con el destino, así como el que ocurre entre marido y mujer. Mi evolución hacia la expansión de las artes corporales del Aikido hacia el entrenamiento con armas es similar a la expansión del mismo encuentro fatídico.
Para explicar en mayor profundidad esta evolución, debo describir un incidente que ocurrió durante mis primeros días de entrenamiento como artista marcial. Estaba estudiando Judo. Pensaba que estaba progresando bastante bien en mi entrenamiento de Judo, sin embargo, en 1956 fui retado por un practicante de Kendo a un duelo. Fui derrotado por completo y golpeado por todo el cuerpo. No pude hacer nada a pesar de mis habilidades en Judo. Aún con todo el conocimiento de Judo que tenía, no tenía cómo defenderme contra una espada.
En ese momento me di cuenta de que no importaba cuánto entrenara ni cuán rápido progresara en Judo, nunca sería capaz de ganar una pelea contra alguien que manejara una espada. También reconocí que, en esa misma situación, un Kendoka sin una espada no sería rival para un Judoka, debido a la habilidad única del Judo para enfrentarse en condiciones en las cuáles se esté desarmado. Este incidente me llenó de desesperanza y confusión, y me llevó a pasar tiempos verdaderamente oscuros.
Decidí que debía abandonar mi entrenamiento en Judo, el cual yo pensé que sería el camino a seguir a lo largo de mi vida. Me quedaba muy en claro que el Judo y el Kendo representaban dos dimensiones completamente diferentes, y que bajo sus propias reglas y condiciones sería imposible pelear en la misma arena. Judo es excelente para el combate mano a mano y Kendo es excelente para cortar y estocar con una espada a distancia (ma-ai,) pero ninguna de las dos contiene ambas características. Yo estaba buscando el arte marcial supremo que incluyera ambos elementos.
En mi profunda angustia y confusión, mientras todavía no era capaz de conseguir mi futura dirección, me sentía como un hombre sediento buscando una gota de agua en un desierto. Deambulaba por las calles de Tokio buscando algo que tal vez ni siquiera existía. Fue entonces cuando en una librería encontré el libro mencionado anteriormente escrito por Kisshōmaru Ueshiba. Había una pequeña foto de O-Sensei en el reverso de la primera página. Cuando la vi supe instintivamente: Este era el hombre a quién he estado buscando para que fuera mi maestro por el resto de mi vida. Tomé la decisión en ese momento y ahí: Sin importar lo que costara, iba a ser su discípulo. Era mi destino.
Un joven Chiba sensei (detrás, a la derecha) observa a su maestro con la máxima atención.
Un joven Chiba sensei (detrás, a la derecha) observa a su maestro con la máxima atención.
Sin embargo, como no tenía ningún conocimiento de Aikido, el libro no tenía mucho sentido para mí sin importar cuántas veces lo releyera. Considerando mi conocimiento en artes marciales para ese momento, el libro Aikido estaba más allá de mi comprensión. El único pasaje del libro que me dio una ligera esperanza fue el pasaje que cité anteriormente en cuanto a la relación entre el cuerpo y la espada. El pasaje era corto; no obstante, instintivamente fui capaz de percibir la posibilidad de que el Aikido podía contener la respuesta a mi desesperación. En ese momento decidí que el Aikido era el arte marcial que estaba buscando, al cual dedicaría el resto de mi vida. Mi vida ya tenía una dirección clara.
Que yo recuerde, O-Sensei nunca hablaba acerca de la relación entre las artes corporales y el entrenamiento con armas. Sin embargo, luego de observar su vida a diario no me queda ninguna duda de que él encarnaba y claramente mostraba la unificación del cuerpo y la espada, tanto en su propia presencia como en su Aikido. En lo que a mí respecta, las enseñanzas de O-Sensei con armas no tenían una estructura obvia, siempre fueron naturales y auto-contenidas, fluyendo libremente de él.
Una de las características más importantes que yo recuerdo de O-Sensei, y a la cual considero que no se le ha prestado mucha atención, era que el propio O-Sensei, a pesar de ser un buscador de caminos y un practicante, nunca fue un profesor tal y como se define en la actualidad lo que debería ser un instructor o maestro. Él manifestaba su propio espíritu inagotable hacia la búsqueda del Camino profundo, y éste era el único método que él usaba para guiarnos. Con sus seguidores todo siempre fue sobre ruedas. Siempre andaba libremente comulgando con los dioses. En su actitud, en su día a día, en su gran devoción por los dioses, él nos mostraba el Camino. No prestaba atención a asuntos mundanos.
O-Sensei nos decía una y otra vez: “Si progresan 50 pasos, yo estaré 100 pasos por delante de ustedes”. Estas palabras que sonaban engreídas nos galvanizaron y nos energizaron para seguirlo, pero lo más importante es que en su mente esto era realmente verdadero. Su espíritu se encontraba en un lugar tan elevado que se comunicaba con los dioses libremente durante su rutina diaria. Su actitud y su forma de llevar su vida me parecía que manifestaban una belleza extraordinaria y casi sobrenatural. No había necesidad de interacción basada en el lenguaje ordinario de la vida diaria.
601623_567006879985296_88336712_n
En lo que respecta a las técnicas para entrenamiento con armas, él sólo me enseñó dos métodos. Uno era yokogi uchi, en el cual se colocaba en un estante de forma horizontal un haz de ramas vivas y se le golpeaba con un bokken. El otro método era entrenar balanceando vigorosamente, en el cual usábamos un jo para estocar un protector de torso de Kendo que amarrábamos alrededor de un largo pino. Incluso eso no se consideraría como una verdadera enseñanza tal y como es concebida en el sentido común. Él daba demostraciones en las cuáles atacaba a estos objetivos con toda su fuerza y nosotros sólo tratábamos de copiar sus movimientos.
Después de muchos años de esfuerzo e investigación en Iwama, Saito Shihan organizó un sistema de entrenamiento de armas: desde Ichi no tachi hasta Go no tachi y Kimusubi no tachi, que representan las bases para el trabajo de espada con Sho Chiku Bai. Por necesidad, por el sentido de responsabilidad hacia O-Sensei como su uke, y porque viajé con él durante mis primeros días de entrenamiento, aprendí estas formas de Saito Shihan de manera independiente.
Antes de mi turno (antes de 1960), Tamura Shihan y Nishiuchi Shihan eran los ukes de O-Sensei para las demostraciones con armas. Me esforcé en robarles su forma de manejar las armas y entrené por mi cuenta. No cometer errores era vital y era mi responsabilidad primaria hacia O-Sensei como su uke. Para ese entonces yo era tan solo un shodan, con tan solo un año y medio de entrenamiento en Aikido. Esto me torturaba psicológicamente sin parar. Sufrí todos esos días en soledad. Ninguno de mis sempai del Hombu se ofreció a enseñarme a trabajar con armas.
Mi mayor miedo era deshonrar la fama de O-Sensei por mi falta de entrenamiento apropiado con armas. No quería que la gente viera a O-Sensei, quien era para ese entonces reconocido como un gran artista marcial –uno en un millón, establecido indiscutiblemente en esa posición– y que dijeran, “puede que sea un gran maestro, pero mira a su estudiante. ¿Es eso todo lo que tiene?”
Como atacante tampoco quería que surgiera la situación en la que O-Sensei no pudiera demostrar todos sus capacidades por mi falta de habilidades. Mis viajes con O-Sensei a seminarios alrededor de Japón podían durar entre cuatro o cinco días, o hasta cinco semanas. Lo que todavía recuerdo con mucho cariño es la cantidad de noches que pasé acostado sin poder dormir recordando cómo se había movido O-Sensei ese día y pensando en mi tarea aparentemente imposible de lograr, la cual era entender sus movimientos para mejorar mis ataques de forma tal que la fama de O-Sensei se mantuviera intacta.
A todo o nada. Chiba sensei atacando a Osensei en una demostración.
A todo o nada. Chiba sensei atacando a Osensei en una demostración.
Ahora que lo pienso, lo que veo más claramente es el profundo afecto que O-Sensei me demostraba al ponerme en esa situación. No me dejó otra opción: me hizo enfrentar una tarea imposible. Al hacer esto me enseñó una lección: a aceptar mi nivel natural de habilidades tal y como era, y a reconocer que el concepto fundamental de un arista marcial (Budoka) es que uno debe estar listo para aceptar cualquier circunstancia con todo nuestro ser, dejando cualquier arrepentimiento atrás. A través de sus acciones, O-Sensei me enseñó la actitud fundamental de un artista marcial.
La diferencia más grande entre los métodos de enseñanza de las artes marciales y del sistema de educación contemporáneo es que en las artes marciales el profesor pone a los estudiantes en una situación que parece imposible de superar. De esta forma los estudiantes deben luchar por su propia cuenta y buscar la verdad fundamental por ellos mismos, considerando sus capacidades y habilidades, no hay instrucciones verbales, no existe la discusión de detalles. Este es un método de entrenamiento único dentro de la cultura japonesa tradicional. Es un mundo completamente diferente al que propone el sistema de educación actual, incluyendo a las artes marciales contemporáneas.
No siento ninguna contradicción al reconocer que mi método de entrenamiento con armas difiere del de O-Sensei. Lo que yo soy o lo que yo hago hoy en día está basado en la “causa”, en el sentido Budista Mahayanista de “causa y efecto”. Hay una “causa” que me hace ser quien soy hoy, y eso está basado en la acumulación de experiencias durante mi vida y en la manifestación de mi desarrollo personal. Para este momento de mi vida ya he estado buscando seriamente el Camino por más de medio siglo. Todo lo que tengo y todo lo que soy, incluyendo todo el potencial creativo y latente de mi vida de Aikido, existe en este punto de mi vida.
Hay dos elementos que quisiera enfatizar en la discusión sobre los efectos prácticos del entrenamiento con armas en la práctica de Aikido.
El primer elemento se refiere a la constitución del cuerpo ideal. Se trata del “cuerpo de Aikido” del que siempre hablo y de su realización en el cuerpo de uno a través de las fases del entrenamiento de Aikido. La constitución de este cuerpo puede ser observada más fácilmente por medio del manejo de armas que por medio de la observación del trabajo corporal, especialmente en maniobras básicas de armas, tales como los suburi y los ejercicios básicos de jo. Esto se debe a varias razones.
Un factor importante es que en el caso de las artes corporales, el observador generalmente le presta más atención al efecto relativo (impacto) creado por la ejecución de la técnica, y al siguiente movimiento dinámico que ocurre entre quien practica la técnica (tori o nage) y quien la recibe (uke). (Si analizamos el movimiento en términos de causa y efecto, en donde quien practica la técnica es visto como la “causa”, y el resultado relativo que parece ser el resultado de la ejecución de la técnica es visto como el “efecto”, generalmente el observador sólo puede ver el “efecto” y no la “causa”). Al enfocar la atención en el impacto o en la fluidez del movimiento, el observador no logra observar la constitución del cuerpo y el uso que le da el tori o nage.
Chiba Shihan en 1998. Foto: Gary Payne
Chiba Shihan en 1998. Foto: Gary Payne
En cambio, la constitución del cuerpo y las cualidades usadas por el tori (unificación del cuerpo, armonía, mantener el centro, la totalidad, etc.) pueden ser apreciadas claramente por su manejo del jo o del bokken. Desafortunadamente, en el caso de la práctica de las artes corporales, los movimientos del uke frecuentemente contienen ciertos elementos de artificio. No obstante, en el manejo básico de armas no hay lugar para la elaboración consciente o teatralidades del movimiento corporal. Tori debe exponer todo su ser desnudo, un cuerpo totalmente independiente, a los ojos de los observadores.
El aspecto más importante del Aikido es su habilidad única de permitirle a quien practica las técnicas (tori) observar la constitución de su propio cuerpo (la cual es la personificación de su estado mental) mientras ésta se manifiesta en quien recibe la técnica (uke), a través de la relación establecida entre quien practica la técnica y quien la recibe. Quien practica la técnica ve en el espejo del movimiento del cuerpo del uke la presencia de su mente y sus características fundamentales. Debido a esta habilidad única, el Aikido enfatiza el desarrollo de la base espiritual de los practicantes. Por lo tanto, es de vital importancia para los Aikidokas ser capaces de observar la constitución de sus cuerpos y ver de cómo trabajan sus cuerpos.
El segundo elemento que quisiera enfatizar es la relación entre el entrenamiento de Aikido y la edad del practicante. Como seres biológicos que somos, enfrentamos el inevitable reto del envejecimiento y cómo éste acelera e impone muchas restricciones físicas. Muchos de nosotros estamos llegando a esa edad en la que debemos balancear los achaques de nuestros cuerpos con nuestro entrenamiento de Aikido para así extender nuestra vida de entrenamiento. Ha transcurrido casi medio siglo desde que el Aikido fue introducido en Europa y Estados Unidos, y los pioneros que contribuyeron a la fase inicial de su introducción ya tienen entre 50 y 80 años. Es muy triste ver a estas personas, a las cuales considero mis camaradas y compañeros de entrenamiento, retirarse del Aikido. Es una gran pérdida para la comunidad del Aikido si perdemos el conocimiento y experiencia acumulada de estas personas.
¿Qué podemos hacer? ¿Qué podemos recetar para remediar esta situación? Con toda certeza podemos decirles a las personas jóvenes, quienes son el futuro de este arte y su potencial, que es de vital importancia que condicionen y fortalezcan su cuerpo para que puedan extender sus vidas de entrenamiento.
Sin embargo, este consejo no se puede aplicar a todos los practicantes. Se sabe que el Aikido suele atraer a gente de generaciones relativamente mayores debido a su filosofía y naturaleza. Hay muchos casos en los que estudiantes principiantes ya han pasado la edad en la cual el condicionamiento básico del cuerpo ya debió haber ocurrido. Por supuesto que también podemos discutir sobre la importancia de una buena nutrición, y recomendar condicionar el cuerpo de acuerdo a las edades, o introducir la práctica de yoga. No obstante, hablando en líneas generales, debemos dejar este asunto en manos del juicio y selección de cada individuo.
Es muy importante practicar ukemi durante el entrenamiento de Aikido. Sin embargo, no se puede hacer caso omiso del daño que sufre el cuerpo por la acumulación de impactos durante la práctica excesiva de ukemi. Por lo tanto, es muy importante dominar lo relativo al ukemi como un arte independiente. Este es un tema de urgencia para estudiantes mayores. El entrenamiento en suwariwaza, lo cual es una forma básica de entrenamiento muy importante en el Aikido, es también muy difícil para miembros de generaciones mayores. Esto ocurre especialmente en la cultura occidental en donde el hábito más predominante es sentarse en sillas, la debilidad de la parte baja del cuerpo se manifiesta más en las personas mayores, por lo que entrenar en suwariwaza se les dificulta más a ellos.
Pienso que el entrenamiento con armas puede superar potencialmente la tendencia a no observar la constitución de nuestro cuerpo y a remediar las dificultades experimentadas por estudiantes mayores. Durante el entrenamiento básico de armas, las técnicas se realizan de pie, pudiendo haber poco o nada de ukemi y existe suficiente ma-ai (distancia) como para que el grado de influencia del poder y del peso que uno observa en las artes marciales sea limitado (el grado de influencia del poder y del peso varía en relación a la distancia o ma-ai). Por lo que el entrenamiento con armas, al usarlas como una extensión de nuestro cuerpo, le permite a los practicantes estudiar y entrenar los principios del Aikido relativamente libres de diferencias de edad. Una de las razones por las cuales hay más Kendokas mayores que todavía entrenan activamente en comparación con el número de Judokas mayores es que trabajar con armas libera al cuerpo de algunas de las restricciones más severas impuestas por las edad.
El lugar que ocupa el entrenamiento con armas en el Aikido debería ser revisado en términos de estas condiciones presentadas.
Finalmente, estoy convencido de que el principio fundamental del Aikido se encuentra en el muto no kurai –el estado de “sin-espada” o de estar desarmado en un sentido superficial. El principio va más allá de estar armado o desarmado, que además son términos relativos. Sin embargo, en este sentido es suficiente decir que no se nos niega el entrenamiento con armas. El entendimiento técnico y filosófico del muto no kurai es un elemento básico e importante del trabajo que he venido realizando durante toda mi vida.
No ha sido un camino fácil, pero hasta ahora el Aikido no ha traicionado mis expectativas. No obstante, las técnicas altamente pulidas y unificadas con los profundos principios filosóficos en las bases de este arte han hecho que mi búsqueda haya sido increíblemente difícil. Varias veces he entrado en profunda desesperación, porque no importaba cuánto entrenara, o qué tanto recorriera del camino, no era capaz de comprender su totalidad. Pero al mismo tiempo, hay un destello de algo noble que logro vislumbrar de vez en cuando en mi entrenamiento diario que me hace sentir que estoy vivo y que me motiva a continuar por este camino.
El Aikido es un arte noble. Debido a su nobleza es muy frágil y fácil de dañar, pero gracias a su gran fragilidad el Aikido nunca ha dejado de ser preciado para mí.
Notas del autor.
  1. Para apoyar la perspectiva expresada en este artículo, quisiera mencionar la relación entre el Aikido y el entrenamiento de Iai Batto Ho. Mientras se entrena bokken es importante entender el concepto de cortar ya que una espada real corta cuando es usada apropiadamente. Este sentido de cortar es difícil de alcanzar solamente por medio del entrenamiento con bokken. Iai Batto Ho le permite al estudiante entender correctamente los métodos para el manejo de las espadas. Adicionalmente, la persona que me introdujo al camino del Iai Batto Ho fue el mismo O-Sensei.
  2. También me gustaría mencionar que aunque parezca que en este artículo critico al Judo o al Kendo, no tengo ninguna intención de hacerlo. Las evaluaciones expresadas sobre estas artes fueron las conclusiones a las que llegué cuando era un niño de 16 años con la experiencia e impresiones que había acumulado. A través de esta experiencia conocí al maestro de toda mi vida, Morihei Ueshiba, y vi claramente cuál era el camino que seguiría. No fue mi intención criticar. Sé exactamente cómo son el Judo y el Kendo en realidad, y escribo este ensayo con todo respeto hacia esas artes marciales.